Seguimos discutiendo durante mucho rato. ¿Cuántas semanas hacía que no habíamos cambiado impresiones con tanta intimidad? Seguía lloviendo. En el momento de irse, Kashiwagi me habló de Sannomiya y del puerto de Kobe, que yo nunca había visto, citando los grandes barcos que en el verano parten de la dársena... Todo eso adquiría vida para mí, en el recuerdo de Maizuru...
Éramos dos estudiantes pobres que teníamos los mismos sueños y que no habríamos cambiado la alegría de partir hacia el mar abierto ni por el conocimiento ni por la acción: por vez primera, los dos estábamos maravillosamente de acuerdo.
jueves, 27 de marzo de 2008
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